Reggaetón: El Libro
“Que es lo que tu
quiere’ madafucka? QUIERO PUSSY!”
Esa fue la primera canción de
reggaetón que recuerdo haber escuchado. Creo. A lo mejor era una plena
panameña. O algún rap tropicalizado. He googleado esas liricas pero no he dado
con ellas. Aunque sí estoy bastante seguro que alguna tarde del 2003, viniendo
en el bus del colegio con un par de amigos, esas palabras salieron con fuerza
de los parlantes. “QUIERO PUSSY!”. Una y otra vez. Nos volvimos a ver y nos
reímos. Poco sabíamos en aquel momento que ese estilo de música vendría a
dominar todas nuestras fiestas y reuniones sociales por los próximos 4 años.
Yo, como la mayoría de ustedes, pasó
todos esos años odiando el reggaetón. Como respuesta me refugié en el rock,
principalmente el indie. Y aunque pasé por 4 años llenos de fiestas musicalmente
poco divertidas, siempre me iba con la convicción de que mi fidelidad al rock
me convertía en un defensor del talento, el buen gusto y el arte. Otros
simplemente me consideraban amargado.
Fast fo’ 7 años y estoy en el 2010.
En algún momento de esos años, el rock me mandó a la mierda (o yo lo mandé a
él) y me convertí en un huérfano musical. Como abejón de mayo, iba de lugar en
lugar rebotando, buscando encontrar algún género musical al que pudiera llamar
“hogar”. Ese hogar resultó ser la música negra.
Y como REGGAETON, esta
excelente antología de ensayos y demás escritos relacionados con el reggaetón
lo demuestra, toda esta historia empezó con la música negra. Literalmente. “Música
negra”, también conocida como melaza, es el nombre con el que
se llamaba en los años 90 a la combinación de hip-hop estadounidense y
dancehall jamaiquino que se popularizó en los barrios pobres de Puerto Rico.
Wayne Marshall, etnomusicólogo
reconocido en la blogosfera por su blog Wayne & Wax y
co-editor de la antología, se encarga en el primer capitulo de realizar un
mapeo de la música que ahora conocemos como reggaetón, llevándonos por un viaje
músical desde Kingston en Jamaica hasta la cercana Ciudad
de Panamá para llegar hasta San Juan, Puerto Rico. Y de
ahí, al resto del mundo. Dancehall, plena panameña, reggae en español,
hip-hop latino, música negra, underground; todos pasos en un camino musical
que llevaría a posicionar al reggaetón como el principal producto de
exportación musical de Latinoamérica.
Claro, que no son pocos los que
disputan el origen puertorriqueño del reggaetón. Los vecinos panameños, que
tanto inundaron las ondas en los 90 con éxitos urbanos de figuras como El
General y Renato, reclaman el reggaetón como suyo. El
libro en general rechaza esa tesis pero sí reconoce la influencia de esos y
otros artistas panameños en el nacimiento del reggaetón, por lo que un pequeño
pero curioso capítulo es dedicado a esta “Conexión Panameña”.
Ahora, seamos
honestos, el reggaetón, por lo menos en su vena más comercial, es un genero
musicalmente repetitivo y líricamente pobre. Claro, hay excepciones notorias.
Pero por cada DJ Nelson, Tego Calderón o Calle
13, hay un sinfín de reggaetoneros preocupados únicamente en relatar, con
un lenguaje cada vez más simple, toda la gama de movimientos pélvicos posibles
y las conquistas sexuales que consiguieron gracias a ellos. En serio, dude, ya sabemos que detrás de tus 150 kilos de peso se
encuentra escondida una máquina sexual, pero no es necesario restregárnoslo en
la cara en cada canción. Eso sí, para mi el Dem Bow, esa beat
repetitiva que forma la base del reggaetón, es completamente irresistible. El
Dem Bow dice “bailen” y todos obedecen. Pero de ahí a usarlo en 450 canciones
al año, pues ya eso excede un límite.
Si hay algo interesante en el
reggaetón es su impacto. Hace unos años, esta mierda estaba en todo lado. La
clase baja, la clase media, la clase alta, los negros, los morenos, los blancos
y los machos, todos escuchaban y bailaban reggaetón con abandono (con la
excepción de amargados como yo). Y claro, las características del género,
especialmente con su énfasis en el sexo y la hipermasculinidad (con perreo incluido),
provocaron amplios debates en la mayoría de países latinoamericanos. ¿Es el
reggaetón una influencia negativa en la juventud? ¿Promueve la promiscuidad, la
misoginia, el materialismo y la degradación de los valores morales? ¿Deberíamos
prohibirlo?
Es a la hora de analizar esos debates
en que esta antología se vuelve indispensable ya que en sus últimos tres
capítulos podemos encontrar múltiples estudios y ensayos realizados por
musicólogos, etnógrafos, antropólogos, sociólogos, periodistas, raperos y hasta
los mismos reggaetoneros dedicados a algunos de los temas más controversiales
que rodean al género.
Así podemos
encontrar un estudio acerca de los intentos de la elite cultural puertorriqueña
de prohibir, en los años 90, lo que en aquel momento se conocía como música underground (o negra) debido a la creencia de
que promovía la promiscuidad y el abuso de las drogas. También entran en escena
un par de ensayos dedicados a nuestros muchachos de Calle 13: uno
que explora la critica realizada por Residente, tanto en sus liricas como en
sus videos musicales, a la hipermasculinidad del reggaetonero estereotipo y
otro que analiza las liricas surreales del mismo René Pérez tomando como punto
de partida el concepto surrealista de “vómito verbal”. No
menos interesantes son los ensayos dedicados al perreo y su
relación con otros bailes latinoamericanos que en su momento también fueron
criticados por su alto contenido sexual (por ejemplo: el tango), a la
ambivalencia que siente hacia el reggaetón un rapero puertorriqueño de la vieja
escuela y, más llamativamente, el artículo escrito por Tego Calderónen
el que denuncia el racismo rampante que puede encontrar un
negro en Latinoamérica.
Pero los dos
mejores ensayos de la antología tienen que ser “The
Politics of Dancing: Reggaeton and Rap in Havana, Cuba” de Geoff
Baker y “(W)rapped in Foil: Glory at Twelve Words a
Minute”de Felix Jimenez. El primero es un
interesantísimo reportaje que analiza las implicaciones políticas de la
creciente popularidad del reggaetón en la Antilla Mayor: por un lado está el
rap político, apoyado por el Estado, y por otro el reggaetón apolítico,
celebrado por las masas más preocupadas en pasar un buen rato que en seguir
escuchando discursos ideológicos.
El segundo, de
Félix Jiménez, está dedicado a Glory, la “Gata Gángster” del
reggaetón y encargada de exclamar memorables frases como “dame más gasolina” y “estoy suelta como garete” en éxitos de Daddy
Yankee y Don Omar, respectivamente. También recordarán a Glory por su todavía
más memorable esfuerzo solista, La Popola, cuyas liricas como “ay no me des más na’, que me duele la popola” le
valió ser censurada en República Dominicana. Jiménez compara la carrera de
Glory, encasillada como una “gata” cuyo único propósito es el de ser un objeto
sexual para el deleite masculino, con la de Ivy Queen, la reina del
Reggaetón más conocida por haber cultivado una carrera y una imagen basadas en
su igualdad de condiciones con el sexo opuesto. Esos dos ensayos son la cereza
en el postre que es esta compilación.
El reggaetón, como todo fenómeno
cultural originario de las clases bajas, ha sido criticado, censurado e
ignorado. Pero su empuje y popularidad fue lo suficientemente fuerte como para
sobreponerse a los intentos de las elites culturales de contenerlo. Y, nos
guste o no, probablemente en cualquier rincón del mundo alguien escuchó una
canción de reggaetón alguna vez en su vida y zapateó el piso al ritmo del dem
bow.
Lo que esto nos indica es que el
reggaetón se convirtió, especialmente en Latinoamérica, en un hecho de la vida
diaria. Para aquellos que vivimos en los 00’s, escucharlo en algún lado era tan
inevitable como la muerte. Los méritos artísticos del género podrán ser
debatibles. Algunos encontrarán en él una excitante mezcla entre sonidos
jamaiquinos, latino-caribeños y estadounidenses. Otros considerarán que ese
sonido repetitivo y simple ni siquiera debería considerarse música. Pero lo que
no es debatible es su popularidad y el impacto social y cultural que esa
popularidad ha provocado especialmente en las sociedades latinoamericanas y sus
diásporas.
Ese impacto no se debe ignorar y esta
fina antología se asegura de que ese ya no va a ser el caso, y no solo eso,
sino que nos muestra toda la variedad de enfoques y perspectivas desde las que
se puede abordar un fenómeno cultural como este. REGGAETON es
un libro interesante, informativo, entretenido e imperdible para todos aquellos
con algún interés en la música popular y sus implicaciones políticas,
culturales y sociales.
Bueno, ya, mucho análisis. El
reggaetón, antes que todo, es un género musical fiestero y bailable. Entonces
sí, a lo que vinimos.
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