domingo, 24 de mayo de 2015

Reggaetón: El Libro
“Que es lo que tu quiere’ madafucka? QUIERO PUSSY!”
Esa fue la primera canción de reggaetón que recuerdo haber escuchado. Creo. A lo mejor era una plena panameña. O algún rap tropicalizado. He googleado esas liricas pero no he dado con ellas. Aunque sí estoy bastante seguro que alguna tarde del 2003, viniendo en el bus del colegio con un par de amigos, esas palabras salieron con fuerza de los parlantes. “QUIERO PUSSY!”. Una y otra vez. Nos volvimos a ver y nos reímos. Poco sabíamos en aquel momento que ese estilo de música vendría a dominar todas nuestras fiestas y reuniones sociales por los próximos 4 años.
Yo, como la mayoría de ustedes, pasó todos esos años odiando el reggaetón. Como respuesta me refugié en el rock, principalmente el indie. Y aunque pasé por 4 años llenos de fiestas musicalmente poco divertidas, siempre me iba con la convicción de que mi fidelidad al rock me convertía en un defensor del talento, el buen gusto y el arte. Otros simplemente me consideraban amargado.
Fast fo’ 7 años y estoy en el 2010. En algún momento de esos años, el rock me mandó a la mierda (o yo lo mandé a él) y me convertí en un huérfano musical. Como abejón de mayo, iba de lugar en lugar rebotando, buscando encontrar algún género musical al que pudiera llamar “hogar”. Ese hogar resultó ser la música negra.
Y como REGGAETON, esta excelente antología de ensayos y demás escritos relacionados con el reggaetón lo demuestra, toda esta historia empezó con la música negra. Literalmente. “Música negra”, también conocida como melaza, es el nombre con el que se llamaba en los años 90 a la combinación de hip-hop estadounidense y dancehall jamaiquino que se popularizó en los barrios pobres de Puerto Rico.
Wayne Marshall, etnomusicólogo reconocido en la blogosfera por su blog Wayne & Wax y co-editor de la antología, se encarga en el primer capitulo de realizar un mapeo de la música que ahora conocemos como reggaetón, llevándonos por un viaje músical desde Kingston en Jamaica hasta la cercana Ciudad de Panamá para llegar hasta San Juan, Puerto Rico. Y de ahí, al resto del mundo. Dancehall, plena panameña, reggae en español, hip-hop latino, música negra, underground; todos pasos en un camino musical que llevaría a posicionar al reggaetón como el principal producto de exportación musical de Latinoamérica.
Claro, que no son pocos los que disputan el origen puertorriqueño del reggaetón. Los vecinos panameños, que tanto inundaron las ondas en los 90 con éxitos urbanos de figuras como El General y Renato, reclaman el reggaetón como suyo. El libro en general rechaza esa tesis pero sí reconoce la influencia de esos y otros artistas panameños en el nacimiento del reggaetón, por lo que un pequeño pero curioso capítulo es dedicado a esta “Conexión Panameña”.
Ahora, seamos honestos, el reggaetón, por lo menos en su vena más comercial, es un genero musicalmente repetitivo y líricamente pobre. Claro, hay excepciones notorias. Pero por cada DJ NelsonTego Calderón o Calle 13, hay un sinfín de reggaetoneros preocupados únicamente en relatar, con un lenguaje cada vez más simple, toda la gama de movimientos pélvicos posibles y las conquistas sexuales que consiguieron gracias a ellos. En serio, dude, ya sabemos que detrás de tus 150 kilos de peso se encuentra escondida una máquina sexual, pero no es necesario restregárnoslo en la cara en cada canción. Eso sí, para mi el Dem Bow, esa beat repetitiva que forma la base del reggaetón, es completamente irresistible. El Dem Bow dice “bailen” y todos obedecen. Pero de ahí a usarlo en 450 canciones al año, pues ya eso excede un límite.
Si hay algo interesante en el reggaetón es su impacto. Hace unos años, esta mierda estaba en todo lado. La clase baja, la clase media, la clase alta, los negros, los morenos, los blancos y los machos, todos escuchaban y bailaban reggaetón con abandono (con la excepción de amargados como yo). Y claro, las características del género, especialmente con su énfasis en el sexo y la hipermasculinidad (con perreo incluido), provocaron amplios debates en la mayoría de países latinoamericanos. ¿Es el reggaetón una influencia negativa en la juventud? ¿Promueve la promiscuidad, la misoginia, el materialismo y la degradación de los valores morales? ¿Deberíamos prohibirlo?
Es a la hora de analizar esos debates en que esta antología se vuelve indispensable ya que en sus últimos tres capítulos podemos encontrar múltiples estudios y ensayos realizados por musicólogos, etnógrafos, antropólogos, sociólogos, periodistas, raperos y hasta los mismos reggaetoneros dedicados a algunos de los temas más controversiales que rodean al género.
Así podemos encontrar un estudio acerca de los intentos de la elite cultural puertorriqueña de prohibir, en los años 90, lo que en aquel momento se conocía como música underground (o negra) debido a la creencia de que promovía la promiscuidad y el abuso de las drogas. También entran en escena un par de ensayos dedicados a nuestros muchachos de Calle 13: uno que explora la critica realizada por Residente, tanto en sus liricas como en sus videos musicales, a la hipermasculinidad del reggaetonero estereotipo y otro que analiza las liricas surreales del mismo René Pérez tomando como punto de partida el concepto surrealista de “vómito verbal”. No menos interesantes son los ensayos dedicados al perreo y su relación con otros bailes latinoamericanos que en su momento también fueron criticados por su alto contenido sexual (por ejemplo: el tango), a la ambivalencia que siente hacia el reggaetón un rapero puertorriqueño de la vieja escuela y, más llamativamente, el artículo escrito por Tego Calderónen el que denuncia el racismo rampante que puede encontrar un negro en Latinoamérica.
Pero los dos mejores ensayos de la antología tienen que ser “The Politics of Dancing: Reggaeton and Rap in Havana, Cuba” de Geoff Baker y “(W)rapped in Foil: Glory at Twelve Words a Minute”de Felix Jimenez. El primero es un interesantísimo reportaje que analiza las implicaciones políticas de la creciente popularidad del reggaetón en la Antilla Mayor: por un lado está el rap político, apoyado por el Estado, y por otro el reggaetón apolítico, celebrado por las masas más preocupadas en pasar un buen rato que en seguir escuchando discursos ideológicos.
El segundo, de Félix Jiménez, está dedicado a Glory, la “Gata Gángster” del reggaetón y encargada de exclamar memorables frases como “dame más gasolina” y “estoy suelta como garete” en éxitos de Daddy Yankee y Don Omar, respectivamente. También recordarán a Glory por su todavía más memorable esfuerzo solista, La Popola, cuyas liricas como “ay no me des más na’, que me duele la popola” le valió ser censurada en República Dominicana. Jiménez compara la carrera de Glory, encasillada como una “gata” cuyo único propósito es el de ser un objeto sexual para el deleite masculino, con la de Ivy Queen, la reina del Reggaetón más conocida por haber cultivado una carrera y una imagen basadas en su igualdad de condiciones con el sexo opuesto. Esos dos ensayos son la cereza en el postre que es esta compilación.
El reggaetón, como todo fenómeno cultural originario de las clases bajas, ha sido criticado, censurado e ignorado. Pero su empuje y popularidad fue lo suficientemente fuerte como para sobreponerse a los intentos de las elites culturales de contenerlo. Y, nos guste o no, probablemente en cualquier rincón del mundo alguien escuchó una canción de reggaetón alguna vez en su vida y zapateó el piso al ritmo del dem bow.
Lo que esto nos indica es que el reggaetón se convirtió, especialmente en Latinoamérica, en un hecho de la vida diaria. Para aquellos que vivimos en los 00’s, escucharlo en algún lado era tan inevitable como la muerte. Los méritos artísticos del género podrán ser debatibles. Algunos encontrarán en él una excitante mezcla entre sonidos jamaiquinos, latino-caribeños y estadounidenses. Otros considerarán que ese sonido repetitivo y simple ni siquiera debería considerarse música. Pero lo que no es debatible es su popularidad y el impacto social y cultural que esa popularidad ha provocado especialmente en las sociedades latinoamericanas y sus diásporas.
Ese impacto no se debe ignorar y esta fina antología se asegura de que ese ya no va a ser el caso, y no solo eso, sino que nos muestra toda la variedad de enfoques y perspectivas desde las que se puede abordar un fenómeno cultural como este. REGGAETON es un libro interesante, informativo, entretenido e imperdible para todos aquellos con algún interés en la música popular y sus implicaciones políticas, culturales y sociales.
Bueno, ya, mucho análisis. El reggaetón, antes que todo, es un género musical fiestero y bailable. Entonces sí, a lo que vinimos.

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